¿Cuántos kilos de marfil se necesitan para construir el teclado de un piano?. ¿cuántas toneladas de elefantes hay que abatir para escuchar en los salones una polonesa de Chopin? ¿Cuántos bosques más deben talarse a cambio del placer de Shakespeare o Quevedo?
¿Cuántas montañas se deben arañar para que el metal y la piedra sueñen entre las manos de Brancusi o Giacometti? ¿Cuántos esclavos de guerra se deben emplear para que los tiranos levanten sus cruces, construyan sus pirámides...?
¿Cuánta naturaleza hay que ultrajar para que las top-models nos fascinen con sus potingues, sus sombras, sus pestañas postizas, por la divina comedia de las revistas y las pasarelas?
¿Cuánta ignorancia más se debe financiar, cuánta depredación se debe tolerar, cuánta vida se debe exterminar para que lo vacuo, el lujo, la fanfarria nos entretengan y nos envilezcan?
La muerte se exhibe con distante belleza, retorcida cosmética, seductores demonios, pero huelen tanto a descomposición todas sus industrias y sus estrategias, que a veces quisiera dejar de escupir, pintar, escribir, cantar, contemplar, para no ser Cómplice, ni un segundo más, de la Casquería.
...Y sonríen, a veces, cuando hablan. Y se dicen , incluso, palabras de amor. Pero se aman de dos en dos para odiar de mil en mil. Y guardan toneladas de asco por cada milímetro de dicha. Y parecen -nada más que parecen- felices, y hablan con el fin de ocultar esa amargura inevitable, y cuántas veces no lo consiguen, como no puedo yo ocultarla por más tiempo; esta desesperante, estéril, larga ciega desolación por cualquier cosa que -hacia donde no sé-, lenta, me arrastra.
2 comentarios:
¿Cuántos kilos de marfil se necesitan
para construir el teclado de un piano?.
¿cuántas toneladas de elefantes hay que abatir
para escuchar en los salones
una polonesa de Chopin?
¿Cuántos bosques más deben talarse
a cambio del placer de Shakespeare o Quevedo?
¿Cuántas montañas se deben arañar
para que el metal y la piedra sueñen
entre las manos de Brancusi o Giacometti?
¿Cuántos esclavos de guerra se deben emplear
para que los tiranos levanten sus cruces,
construyan sus pirámides...?
¿Cuánta naturaleza hay que ultrajar
para que las top-models nos fascinen
con sus potingues, sus sombras, sus pestañas postizas,
por la divina comedia de las revistas y las pasarelas?
¿Cuánta ignorancia más se debe financiar,
cuánta depredación se debe tolerar,
cuánta vida se debe exterminar
para que lo vacuo, el lujo, la fanfarria
nos entretengan y nos envilezcan?
La muerte se exhibe con distante belleza,
retorcida cosmética, seductores demonios,
pero huelen tanto a descomposición
todas sus industrias y sus estrategias,
que a veces quisiera dejar de escupir,
pintar, escribir, cantar, contemplar,
para no ser Cómplice, ni un segundo más,
de la Casquería.
(Ángel Petisme)
Todos ustedes parecen felices...
...Y sonríen, a veces, cuando hablan.
Y se dicen , incluso,
palabras
de amor. Pero
se aman
de dos en dos
para
odiar de mil
en mil. Y guardan
toneladas de asco
por cada
milímetro de dicha.
Y parecen -nada
más que parecen- felices,
y hablan
con el fin de ocultar esa amargura
inevitable, y cuántas
veces no lo consiguen, como
no puedo yo ocultarla
por más tiempo; esta
desesperante, estéril, larga
ciega desolación por cualquier cosa
que -hacia donde no sé-, lenta, me arrastra.
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